Cada etapa del desarrollo cerebral posee determinadas características que marcan la capacidad de aprendizaje de los seres humanos. Para nadie es un secreto que la infancia y la adolescencia son dos periodos cruciales en lo que se refiere a la adquisición y dominio de nuevos conocimientos. Particularmente, este artículo resalta 3 argumentos científicos que indican que la adolescencia media (entre los 12 y los 17 años de edad) es la mejor etapa para el aprender inglés como segunda lengua.
Este es un momento clave en el desarrollo cerebral durante el cual el ser humano es más capaz de apropiar elementos de una lengua, como la entonación, la musicalidad y la pronunciación. En edades posteriores el aprendizaje del inglés se da con mayor dificultad y tiende a ser menos permanente.
Por eso, aquellos que durante su adolescencia media interactúan con una segunda lengua son capaces de alcanzar un nivel de bilingüismo que deja de lado la comprensión vía traducción y, por el contrario, desarrollan la capacidad de pensar en inglés para hablar en inglés.
Empecemos con los argumentos:
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En esta etapa, la materia gris alcanza su volumen máximo y, en años posteriores, se reduce.
La materia gris del cerebro es el sustrato del desarrollo neuronal y ayuda al procesamiento e interpretación de la información adquirida a través de los sentidos en el cerebro y la médula espinal (Triglia, 2018), por lo tanto, su presencia es fundamental para aprender inglés como segunda lengua.
Según Giedd (2004), el volumen de materia gris en el lóbulo temporal alcanza su máximo pico alrededor de los 16,7 años en las mujeres y los 16,2 años en los hombres. A partir de esa edad, y a medida que el cerebro se desarrolla, el volumen de materia gris disminuye.
Estudios realizados con resonancias magnéticas han demostrado en repetidas ocasiones que hay una relación inversa entre la edad y la presencia de materia gris en el cerebro. La reducción de materia gris se da en un promedio anual de 0,3% al 2,1% (Coffey et al., 1992; Jack et al., 1998; Kaye et al., 1997).
La siguiente gráfica muestra la reducción paulatina de la materia gris, entre los 5 y los 18 años de edad:
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En esta etapa, la flexibilidad mental y la planeación secuencial alcanzan su máximo desempeño (Flórez, Castillo y Jiménez, 2014).
Análisis científicos han demostrado que durante la adolescencia media el ser humano es capaz de dejar a un lado antiguos esquemas de pensamiento y crear otros nuevos, los cuales serán la base del aprendizaje. Es entonces el momento idóneo para aprender inglés como segunda lengua, ya que estas habilidades están en su mejor momento y el conocimiento que se adquiere será permanente.
Dos de estas habilidades -conocidas como funciones ejecutivas- están estrechamente relacionadas con el aprendizaje de idiomas: la flexibilidad mental y la planeación secuencial.
La flexibilidad mental puede definirse como la capacidad para inhibir una estrategia cognitiva o secuencia de acción y generar una respuesta alternativa. Esta capacidad, “se desarrolla de modo gradual durante la infancia y alcanza su máximo desempeño alrededor de los 12 años” (Anderson, 2001; Cinan, 2006).
Además, la flexibilidad mental está ligada con la planeación secuencial, que alcanza su máximo desempeño a los 15 años (Flórez, Castillo y Jiménez, 2014) y puede definirse como la capacidad para realizar movimientos aparentemente contraintuitivos, ordenados de forma secuencial, para resolver un problema (Goldberg, 2001; Luria, 1986).
Estas habilidades nos permiten controlar nuestros esquemas de acción o pensamiento y generar alternativas nuevas para solucionar problemas y adquirir nuevos conocimientos. Las nuevas alternativas surgen, entre otras fuentes, a partir del aprendizaje por imitación y resultan esenciales en el desarrollo cognitivo, en el desempeño académico (Flórez, Castillo y Jiménez, 2014) y en el aprendizaje del inglés.
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En esta etapa, la fluidez verbal se consolida (Flórez, Castillo y Jiménez, 2014) y facilita el desarrollo de habilidades para la expresión oral y escrita.
De acuerdo con Ramírez et al., 2005, la expresión y la redacción verbal son habilidades que se demandan de forma progresivamente más compleja a medida que los niveles escolares aumentan, lo cual demuestra que existe una influencia directa entre la necesidad de desarrollar capacidades expresivas y la consolidación de la fluidez verbal.
Específicamente Matute et al. (2004) encontraron que la fluidez verbal -también considerada una función ejecutiva- aumenta de manera continua hasta los 14 ó 15 años de edad. Durante esta etapa, se desarrollan habilidades afines como la capacidad de análisis comparativo, la capacidad de decisión y la capacidad de selección cognitiva, que permiten a los jóvenes superar las exigencias de expresión oral y escrita a las que se enfrentan.
Con respecto a la habilidad para aprender inglés como segunda lengua, la fluidez verbal permite que los jóvenes alcancen un desarrollo óptimo en lo que se refiere a la entonación, pronunciación y musicalidad. Por ello, esta es una etapa crucial para el desarrollo de habilidades comunicativas en una segunda lengua, que permiten lograr un nivel avanzado o el bilingüismo propiamente dicho.
En conclusión…
La adolescencia media, marcada por la gran capacidad para el procesamiento e interpretación de información (gracias a la presencia de materia gris en el cerebro), junto con la consolidación de funciones ejecutivas como la flexibilidad mental, la planeación secuencial y la fluidez verbal, es la mejor etapa para el aprendizaje y específicamente para el aprendizaje del inglés.
Y es que, como señala Valdivieso (1994), para que el aprendizaje se produzca eficientemente se debe haber logrado un grado de maduración cerebral suficiente (a partir de los 12 años), marcado por un desarrollo óptimo de funciones ejecutivas clave; sin embargo, una vez superada la etapa de la adolescencia media (a partir de los 17 años), aprender inglés como segunda lengua será más difícil, pues el aprendizaje no será tan eficiente ni tan permanente.
Allison Silva